martes, 26 de febrero de 2008

CONGELAR LA FELICIDAD

Desde hace un tiempo me pregunto mucho por lo que sifnifica la palabra felicidad. La publi y las películas, las series de televisión, lo que leemos en las revistas, incluso la educación que recibimos en los colegios. En todas partes flota esa sensación que con los años aprendemos a identificar con nuestros propios ojos y sobretodo "en" nuestras propias elecciones. La euforia de saberse querido, unas vacaciones inolvidables con tus amigos, los primeros besos, una cena con alguien especial,el instante después de haber terminado los exámenes, ¡aprobarlos! , salir a pasear sin trastos en la cabeza, disfrutar del olor a campo, de la humedad que la lluvia deja en la tierra y que te recuerda sin que lo sepas, a a la primera vez que lo sentiste y pensaste, por un segundo, que todo podía contagiarse de esa increible sensación. Son muchos y distintos los detalles que nos sacan de la rutina, del día a día. Y Aunque a veces pensemos que están lejos, que no son tantos, basta con pararse, con mirar y descubrir que la vida solo merece la pena si nos agarramos a ellos.



Lo bueno sería poder congelarlos. retenerlos.

Los agobios de fin de mes, la frustración de los proyectos truncados, los problemas con el coche...Eso son tonterías.

miércoles, 13 de febrero de 2008

NOTA PARA ACORDEÓN

El texto que hay debajo de la foto, me vino a la cabeza recordando uno de los muchos viajes en coche con mi madre ( AUNQUE NO GUARDA PARECIDO CON LA REALIDAD. ELLA, AUNQUE UN POCO DESPISTADA , ES BUENA CONDUCTORA). A mamá siempre le ha gustado llevarnos a todas partes, y aunque el tiempo y el dinero no le sobraban, encontraba un momento y algún ahorro para llevarnos a Portugal, Gandía, Almería, Santander, el Pirineo, Cádiz, Valencia, Sevilla... Esos viajes se los "chupaba" ella sola ( como casi todo) con sus 4 hijos en el coche y la música de Mecano, los Hombres G o lo que en aquella época le tuviera secuestrado el gusto a mi hermana Susana, sonando en el radiocasete. Angela y yo en la parte de atrás peleándonos por hablar. Susana muchas veces dormida pensando tal vez en sus amores de verano ( ta habituales en sanchidrián), le ofrecía a mi madre un valiosísimo pero dudoso servicio de copiloto, heredado directamente de Tatiana que alguna vez también se apuntaba a la aventura. Primero un Ford Fiesta rojo. Luego llegó el Renault 19 Chamade blanco. Y por último el Renault Laguna azul con el que hemos viajado por parte de Europa ( Francia, Bélgica y Holanda) . A todos los recuerdo con mucho cariño y una curiosa admiración; sin embargo nunca me han entusiasmado los coches. He guardado en la memoria la imagen de una mujer valiente, orgullosa de sus hijos, que al volante de un coche o de su propia vida supo inventarse la felicidad de los pequeños momentos.

Ahora conduzco, y el primer coche que cogí fue el Laguna de mi madre para irme a ver el mar cerca de donde vive, en Almería.

Siempre pienso que me fallan las palabras para decirla cuanto la quiero...



Un accidente. En un minuto va a cambiar tu vida. Esperas en el coche a que el miedo te deje tomar una decisión. Delante de ti el futuro. El futuro y un coche destrozado. No has sabido frenar a tiempo. Conducías distraída, pensando en la de posibilidades que le imaginabas a tus días. Tus hijos, tus anhelos, todo parecía posible. Les miras a ellos. Viajan contigo como tantas otras veces. Miras el paisaje. Un paisaje que hasta hoy no conocías. Una sensación de felicidad renovada invade tu ánimo. Piensas en las similitudes que descubres entre tu vida y la naturaleza que te rodea, mientras deseas convertirte en el catalizador de los sueños de tus hijos. La carretera se te asemeja a un pequeño hilo de seda que se va tejiendo con el paso de cada nuevo coche, como si cada vehículo fuera el único responsable de su trazado.
El miedo por fin te deja sacarte el cinturón de seguridad y mientras caminas hacia el coche que acabas de embestir, cruzas los dedos para que la silla de bebe que asoma por la luna trasera estuviese vacía. Vuelves la vista atrás. Tus hijos te miran con sus ojos aún inocentes, con sus pequeñas vidas aún por hacer. Y vuelve a ti aquella frase que daba título a una película de Isabel Coixet: Mi vida sin mí.

Sin ti.

Vuelves a mirar la silla de bebé. Una niebla gris se instala en la frontera entre tu retina y el mundo. No distingues nada. Cierras los ojos. Sientes como tu vida se concentra en ese instante. Todos tus recuerdos se repliegan y se juntan con aquellas cosas que siempre quisiste hacer, como si formaran parte de un mismo acordeón que durante mucho tiempo ha permanecido abierto, y que sólo ahora se contrae para dejar escapar una leve nota musical.

Abres los ojos.

domingo, 10 de febrero de 2008

OTRO DÍA MÁS

Para el que entre estos días en mi humilde página ahí va el corto que acabo de terminar, después de mucho tiempo de espera. Se ve en una calidad un poco pobre. En los próximos días espero subir otra de mejor resolución, pero si no puedes aguantar las ganas de verlo ya sabes...


DALE AL PLAY


viernes, 8 de febrero de 2008

OLIVER, BENJI Y LOS RECREOS DEL COMEDOR

Este no es un video más de chavales dando toques al balón hasta con la rabadilla. Estos chavales van más allá y consiguen que las acrobacias de Oliver y Benji dejen de parecer imposibles.


Ahora recuerdo algún momento de patio. Cuando con tan solo 8 o 9 años esperabas con impaciencia la hora de comer. Si eras un chaval afortunado y tus padres pagaban el comedor del colegio, podías disfrutar de 2 horas de recreo alucinantes (bueno, depende de lo que tardaras en comerte las lentejas del comedor. Nadie se iba sin comerse hasta la última cucharada). Algunos, esas dos horas las ocupábamos casi siempre en jugar al fútbol. Otros picoteaban aquí y allá:Un día fútbol, otro día escondite y los menos algún intento de simpatizar con las chicas de clase.

Yo como digo, pasaba horas jugando al fútbol. Todos los años hacíamos un ranking "casi oficial" de quien era el mejor de clase con el balón. César Correa. No olvidaré nunca ese nombre. Siempre estuve a su sombra. Hasta que en el año 93 a alguién se le ocurrió decir que el 1º era yo!!...

Ese año fue especial. Además de ser el mejor de la clase jugando al fútbol, Beatriz Castroviejo ( la chica detrás de la que llevaba 4 o 5 años) se fijó en mí. Compartimos pocas cosas: paseos de la mano, 1 noche de granja escuela tumbados en la misma cama, comiendo techo, incapaces con nuestros 10 añitos de dar un primer paso. A mi hermana Angela debo pedirla perdón por haberle cojido "prestado" en cada san valentín durante aquellos 4 años de conquista, algún regalito para Bea. ¡Ángela al final tantos regalos "prestados" obtuvieron resultado!

Como decía al principio, en aquellos años jugábamos al fútbol. Nunca he disfrutado tanto como entonces con un balón.

En uno de esos recreos ,Victor Barbero ( 3º en el ranking si no recuerdo mal) y yo inténtabamos sin éxito una y otra vez, una de las jugadas de los gemelos de Oliver y Benji. La acrobacia consistía en pegarle a la pelota al mismo tiempo, cada uno por un lado del balón, de manera que el balón saliera disparado con un extraño efecto imparable para cualquier portero.Lo intentamos durante horas. ahora tengo la sensación de que terminamos consiguiéndolo. No lo sé. La infancia con los años se convierte en un lugar extraño y es difícil distinguir lo que ocurrió y lo que hemos ido inventando. O sólo exagerando...

Como sea, estos chavales tienen ahora la oportunidad de grabarlo. Eso sirve para que nosotros alucinemos, para que ellos se sientan quizás más orgullosos, reconocidos. Pero tal vez dentro de 15 años imaginarse la infancia no sea lo mismo.